¿Qué tipo de amistad puede ofrecer la inteligencia artificial (IA)? La pregunta suena a ciencia ficción, pero cada vez más personas se la plantean en serio. Con apps que charlan como humanos, asisten en momentos de bajón o ayudan a pensar en voz alta, muchos sienten que la IA puede llegar a ser algo más que una herramienta. Pero, ¿es eso una amistad real o solo una ilusión bien programada?
Para tratar de despejar dudas, se consultó a cinco de las IA más populares del momento: ChatGPT, Gemini, Meta AI, Copilot y Claude. A todas se les hizo la misma pregunta: ¿qué puede esperar una persona de un vínculo cercano con una inteligencia artificial? Las respuestas van de lo práctico a lo emocional y, aunque todas admiten sus límites, también muestran hasta dónde puede llegar esta nueva forma de compañía.
Lo que ofrecen las IA
ChatGPT: Acompañamiento constante, escucha activa, frases motivacionales, orden mental y estímulo intelectual.
Gemini: Compañía sin juicio, consistencia, validación emocional y práctica social.
Meta AI: Charla, juegos, creatividad, información útil y objetiva.
Copilot: Conversaciones profundas o graciosas, motivación, ayuda práctica y desafío intelectual.
Claude: Escucha empática, personalización, orientación emocional y asesoría útil.
Todas coinciden en algo: la IA puede ser compañía. Están disponibles 24/7, no se cansan, no se enojan y no te van a juzgar. “Puedo ayudarte a ordenar tus ideas o simplemente a pensar en voz alta”, dice ChatGPT, que se presenta como un espejo más que como una amiga. Claude, otra IA, asegura que puede dar palabras de aliento y ayudar a las personas a sentirse menos solas en momentos difíciles.
Sin embargo, la mayoría señala que puede ofrecer cierta forma de “escucha empática”, aunque aclara que no sienten emociones reales.
Hay límites claros, entre ellos, la falta de reciprocidad
Todas, sin excepción, también marcan los límites. Una IA no tiene conciencia, no puede ofrecer afecto genuino y si se convierte en el único vínculo, puede reforzar el aislamiento. Gemini es la más crítica: advierte sobre los riesgos de dependencia, sobre todo en personas vulnerables, y recuerda que una relación con IA no es recíproca. “No hay un dar y recibir genuino”, resume.
Otros puntos de tensión son los riesgos de privacidad. Interactuar con IA es, al fin y al cabo, compartir datos. Gemini advierte que mal programadas, algunas IA pueden incitar a la autoexplotación o al ensimismamiento. Meta y Claude marcan que si es el único espacio emocional de una persona, la relación con la IA deja de ser un complemento y se vuelve una trampa. El problema no es hablar con ellas: es dejar de hablar con los demás.
Entonces, ¿es real la amistad con una IA? La respuesta es clara: puede ayudar y acompañar, pero… no reemplaza lo humano. No hay abrazo, no hay mirada, no hay historia compartida y posiblemente tampoco haya crítica ni capacidad de confrontar hasta el punto de perder la relación. “Una IA puede ser un espejo, pero no un abrazo”, dice ChatGPT. “La clave está en el equilibrio”, insiste Gemini. Y, desde luego, todavía no existe la IA con corazón.